sábado, 3 de agosto de 2019

¿Qué reglas son las que definen las proporciones del bonsái?

Formas naturales en madera muerta.  Un pino salgareño milenario en La Sierra del Pozo (Cazorla, Jaén). 


Un árbol bonito es inmediatamente identificado por cualquiera, aunque solamente  los entendidos pueden definir en detalle los aspectos estéticos que determinan la calidad del bonsái.

Siendo así, que aunque la belleza es un concepto subjetivo, el artista de cualquier época  y lugar usa  determinadas formas presentes en la naturaleza  como fuente de inspiración. No obstante, además de reglas estéticas comunes, en las bellas artes también hay códigos creados por la cultura,  que a priori no se entienden sin una educación.

Hablaré de estos códigos naturales sin entrar en gran profundidad, poniendo de relieve que incluso los más comunes, se interpretan según nuestro punto de vista por lo que la "perfección" carece de verdadero  sentido universal, depende de nuestra posición.

El complejo efecto psicológico que nos produce la belleza natural parte de una necesidad universal de apreciar el orden. Probablemente por la seguridad que nos ofrece, porque el orden tiene predictibilidad y el desorden no.

Pongámonos en el caso del paisaje. En una clasificación -algo burda- hay distintos estilos que pueden agruparse en naturalistas y racionalistas;  simplificando,  hay diseñadores que trabajan con líneas rectas o círculos, mientras que otros lo hacen con curvas sinuosas; esto se traslada en una distribución alineada o no alineada del arbolado; uno u otro diseño  puede resultar sugestivo para el usuario o no, depende del gusto o cultura del espectador, en donde entra el aspecto psicológico, una ordenación estricta de los elementos y simplificadora es racional pero resulta artificial y una excesivamente compleja, sin aparente orden, es caótica.

La Granja de San Ildefonso (Segovia).  Modelo racional

Parque del Oeste (Madrid). Modelo naturalista.

Así, algunas personas se sienten más atraídas por las formas naturales que inspiran el ánimo del aventurero; mientras que otras se muestran incomodas dentro de este ambiente demasiado estimulante y prefieren un ambiente más humanizado como  las rectilíneas formas del  jardín racionalista.  Estas dos tendencias además muestran concepciones distintas del paradigma ambiental, con una trascendencia social grande, puesto que ambiente y cultura se relacionan en una suerte de retroalimentación propia de sistemas complejos ambientales-culturales; esto es, hay una continuo condicionamiento y modificación de la sensibilidad ambiental en las nuevas generaciones.  En el que el área verde es más que nada un símbolo con notable efecto educativo, mientras que la política de transformación llamada "ordenación del territorio", sería precisamente el proceso identificado desde la ecólogía como desordenador de  los ecosistemas.

Por tanto, aunque todos vemos el orden en nuestro modelo, lo hacemos desde puntos de vista distintos y a veces opuestos. 
Estos dos polos: el racional y el natural. Tienen efectos psicológicos importantes, que nos predisponen a valorar según nuestra experiencia, miedos, anhelos... Ahora bien, el bonsái no es entendido como un medio, sino como un objeto, algo manejable, por lo que estamos más predispuestos a ver positivamente signos que rompen con lo ordinario y nos sorprende, o más aún nos conmueven. Así, las formas retorcidas y maderas muertas presentes de forma exagerada en estos seres vivos, crean un dramatismo estético en el bonsái que no nos atemoriza, al contrario, puede exaltar nuestro sentimiento compasivo, por ejemplo.

En consecuencia, el conflicto no resuelto en la planificación de la áreas verdes en nuestras ciudades,  se encuentra aparentemente resuelto en el diseño del bonsái.  Al menos el bonsáista tiene fe en que: un bonsái es un compromiso entre lo natural y lo racional.

Formas en las Marismas del Odiel (Huelva). En donde aparentemente hay caos, se intuye que las formas siguen un patrón ordenado, es geometría fractal.

 Una forma de abordar el problema es desde el punto de vista de la información, una serie de puntos formando una cuadricula proporciona muy poca información, es aburrida y monótona; una distribución irregular proporciona mucha información y puede parecer no tener sentido. Luego, ha de haber un patrón reconocible, racional pero algo complejo para que nos atraiga o sorprenda. Algo que no entendemos, no nos dice nada, sin embargo  pequeños ajustes hacen que aparezca una clara relación, como cuando formamos grupos con árboles o ramas, empezamos a crear una pauta que  repitiéndose forman un ritmo. De igual modo ocurre con las curvas, resultan más complejas pero interesantes si la amplitud de los senos cambia siguiendo un patrón rítmico como si convertimos una porción circular en una espiral.

Formas armoniosas en el desierto del Namib. Se distinguen patrones fractales.

Ya se estarán preguntado porqué demoro mencionar el canon natural por excelencia: la proporción áurea.

En toda las artes aparece la llamada por Luca Pacioli, "Divina Proporción". Esta muy presente en todo tipo de composición artística desde la antigüedad y la tenemos muy asumida, precisamente por el hecho de estar  presente en la naturaleza, lo que probablemente hace que nos agrade.


No olvidemos que esta proporción está relacionada con la sucesión de Fibonacci,  que aparecerá en las plantas por una utilidad práctica, el uso de la sucesión de Fibonacci asegura por ejemplo una mejor distribución de las hojas en un árbol, para que estas se dispongan de forma eficiente, alternándose convenientemente y no superponiéndose tapándose unas a otras, como ocurriría si la relación entre los términos de esta sucesión no fuese un número irracional, pues todo racional acaba teniendo periodicidad.

Ahora bien, la medida precisa de esta relación (el número) no tiene significado estético, es la proporción entre dimensiones. Y esta depende mucho del observador. Piensen que la proporción se representa en un plano, cuando nuestra experiencia es en tres dimensiones. Así vemos por doquier círculos, cuando es nuestro cerebro el que interpreta que lo son. Salvo cuando vemos objetos esféricos, la forma plana se nos aparece deformada dependiendo del ángulo  en que es observada haciendo que los círculos sean elipses, es una interpretación basada en nuestra experiencia la que nos hace creer ver círculos.

Esto significa algo muy obvio y es la importancia de la perspectiva. Pero también que, incluso las reglas estéticas naturales, requieren de la experiencia del individuo. 




Reconocemos una figura circular, como es la que forma la boca de una copa; sin embargo, lo que vemos  al natural es una elipse que es la generalidad de esta figura plana que únicamente se convierte en circulo cuando sus ejes son iguales.  La forma circular es una perspectiva entre infinitas, la menos probable de todas en nuestra experiencia.

Entonces, debemos relativizar la importancia de estas proporciones en tanto que  nuestro punto de vista cambia.  En todo caso, pensaran ustedes, que hay una perspectiva privilegiada que es lo que llamamos frente del árbol, ciertamente es aquí en donde el juego estético de las proporciones resulta más evidente, pero igualmente nuestra visión de este frente está oblicuo y no olvidemos que el bonsái se disfruta lo veamos como lo veamos.

También la proporción áurea se encuentra dentro de las tres dimensiones espaciales formando espirales, por ejemplo. En este sentido, la distribución de las ramas de nuestro árbol de estilo moyogi o chokan  suele aparecer más bonita si forma una espiral áurea.

En conclusión,  seguir cierta proporción que responda al canon áureo  es un buen camino para que nuestros árboles parezcan bellos, pero tampoco vale la pena tomarlo con precisión pues  nuestro punto de vista  deforma esta composición.
La figura geométrica plana con más proporciones aúreas es el pentágono regular, por tanto, pueden explicarse de una formar sencilla como formar bonsáis con formas aúreas a partir de este pentágono.
El lado del pentágono está en proporción áurea con los lados del triángulo isósceles . Sin embargo, una forma triangular  así de simétrica, no es natural.


En el pentágono tenemos un total de 10 puntos, 5 vértices y 5 medios lados que nos sirven para formar muchos triángulos (la mayoría semejantes, pero girados). Todos ellos tienen proporciones áureas.
Sería muy aburrido formar todos los árboles así, aunque podemos ampliar las posibilidades deformando nuestro pentágono de forma natural. Como una nueva perspectiva,  deformando mediante un giro en el espacio el pentágono formaremos figuras que en el plano no guardan las proporciones áureas pero que en nuestro sentidos están relacionadas con ellas. Estamos pues hablando de formas triangulares. Recordemos que la norma japonesa nos obliga a formar bonsáis con un triángulo bien definido formado por la base, la rama principal -echi no eda- y el ápice.

Triángulo áureo  y pentágono en un moyogi.

Un caso particular para formar literatis o bunjin, es girar el pentágono respecto al eje vertical. Esta deformación afecta al ancho, alargando visualmente la figura.

Cuando hablamos del espacio (tres dimensiones) la forma que aparece mayormente en la naturaleza es la espiral logarítmica que se forma a partir del rectángulo áureo reiterado
Por último, una forma convencional de que nuestro árbol este ordenado y bien proporcionado es aplicando los números de la serie de fibonacci en la disposición de las ramas. Esto vale igualmente para la disposición en el eje vertical como en la disposición radial.
Algunos ejemplos usando espiral áurea.









Loli (de Lolibonsai) lo explica de la siguiente forma:
1   1   2   3    5    8    13     21     34     55   89 ...
Si queremos conseguir un bonsái proporcionado y armonioso podemos seguir esta secuencia.
Primero elegiremos el número que corresponda con la altura que le queremos dar a nuestro bonsái, por ejemplo 55, nos vamos a la sucesión y cogemos los dos anteriores, en este caso 21 y 34, el 21 corresponde con la altura donde convendría tener la primera rama, nos quedan 34 cms.
Repetimos el proceso con el 34 y ahora los dos anteriores son 13 y 21, es decir la segunda rama la tendremos a 13 cms de la primera, es decir desde el nebari a 34 cms (21+13), nos quedan  21 cms.
Los dos términos anteriores al 21 son 8 y 13, la tercera rama estará a 8 cms de la segunda, desde el nebari  hace un total de 42 cm (21+13+8).
Repitiendo el proceso  de esta manera se llega hasta la altura deseada.
En realidad aplicamos la proporción
h/d=Φ,  sea h la altura y d la posición de la primera rama.
Repetimos el proceso con el trozo que nos queda hasta el ápice, para  colocar la siguiente rama.
En el caso de la distribución radial seguimos la espiral áurea, presente en la disposición natural de ramas, hojas y demás elementos vegetales. Sería un ángulo entre rama y siguiente de 360º/ Φ = 222.5º ó 137.5º de distancia angular. No olvidando la necesaria conicidad del movimiento del tronco siguiendo la misma espiral.
En realidad, dado que las ramas no las podemos mover, si acaso colocar mediante injertos y aún así, no nos compliquemos demasiado, ya dije que la perfección es la enemiga de la naturalidad, hagamos que nuestros árboles tengan personalidad. Por ello lo mejor es pensar  simplemente en colocar nuestra primera rama a 1/3 de la base y la segunda a una distancia 1/3 entre ápice y primera rama, y así sucesivamente.
Luego posicionar las ramas consecutivas  en el espacio a un ángulo cercano a 138º,  con lo que es fácil evitar el sombreo  de las ramas superiores a las inferiores; en todo caso evitar ángulos cercanos  a 180º ó 90º, que haría que la composición se vuelva artificial y rígida.
Esto es todo, disculpas si he resultado denso con mis explicaciones. No he podido explicarme de forma más simple, como lo hubiera hecho un artista, pues el salto que diferencia al gran artista es mostrar orden en la complejidad, hasta el punto de parecer simple. ¿No creen?