Todo aficionado al bonsái le da
al abonado una gran importancia, siendo frecuente que haya debates y que surjan
dudas al respecto. Abono orgánico, mineral, japonés... ¿qué es mejor? Las
controversias se basan en la buena experiencia que muchos aficionados tienen
con usos distintos. Y es que, como ocurre frecuentemente en todo lo que tiene
que ver con la aplicación práctica, la respuesta únicamente sabia es: depende.
Intentaré poner luz al respecto
para que cada cual saque sus propias conclusiones.
Antes de comenzar les sugiero que
lean la entrada "Los nutrientes en el substrato".
El correcto abonado favorece también el color otoñal. Pseudocydonia sinensis en el Museo del Bonsái en Alcobendas. |
¿Qué es la fertilización?
Me parece pertinente hablar de
fertilización en lugar de abonado, por ser un término más amplio y enlazarlo
así con las modernas técnicas de cultivo vegetal que han conseguido salvar los
condicionantes naturales del suelo y clima.
Estas técnicas proporcionan el
medio de cultivo óptimo a la planta, se la alimenta continuamente y de forma
controlada "a biberón". Es la moderna fertirrigación.
Con el riego localizado se
consiguen mantener árboles casi sin
suelo, con sus raíces concentradas en el denominado bulbo formado por el riego. Pero, el último paso es
el cultivo hidropónico, en el que un sustrato inerte soporta las raíces por
donde circula una solución nutritiva.
Cultivo hidropónico de fresas en Huelva |
Por tanto, la moderna fertirrigación
va más allá de poner a disposición los macronutrientes N-P-K, también adecua la
calidad del medio de cultivo a los requerimientos de las plantas a través del
control del riego (pH, conductividad, microelementos). En las modernas
explotaciones intensivas, se optimiza la fertirrigación mediante el control diario de la ETP
(evapotranspiración) para conocer las necesidades exactas de agua de la planta.
Finalmente se realizan muestreos periódicos con análisis foliares para detectar
carencias y tratarlas, a veces mediante aplicaciones foliares.
No conozco ningún aficionado que
llegue a este extremo el cultivo del bonsái y ciertamente no supone ninguna
ventaja frente a nuestra experiencia (en la practica solamente serviría para evitar derrochar agua
y nutrientes). Si lo traigo aquí es para darnos cuenta de que la fertilización
es propiamente el método de cultivo.
Los principios de la fertilización en bonsái
1.- El triángulo del medio de
cultivo. El medio de cultivo es la
combinación de substrato, riego y fertilizantes. Cuando hablamos de abonar,
hacerlo correctamente depende del riego y del substrato.
2.- Substrato y fertilización
Valoramos la calidad de un
substrato en relación a su capacidad para retener y ceder agua. Debemos saber que igualmente los substratos
tienen capacidad para retener ciertos nutrientes (ver entrada sobre substratos)
y liberarlos posteriormente a nuestras plantas.
Los que más nutrientes retienen
son los substratos orgánicos como la turba y fibra de coco, luego en menor
cantidad las arcillas como los substratos japoneses (akadama, kiryuzuna y
kanuma) y por último están los substrato minerales como la volcánica, pómice o
arena que no tienen capacidad específica de retener nutrientes.
Independientemente de esto, la
calidad del substratos como la del agua de riego condicionan la salud de
nuestras plantas por sus características químicas. Es el caso de la presencia
de cal en el cultivo de plantas calcífugas como las azaleas.
3.- Riego y fertilización
El agua es el medio a través del
cual llegan los nutrientes que colocamos en el substrato. La frecuencia y
cantidad así como la calidad de este agua condiciona la absorción de nutrientes
y eficacia de la fertilización.
4.- La fertilización está
condicionada al trabajo del bonsái.
En plantas en formación nuestro
interés es obtener el mayor crecimiento; muy al contrario a lo que ocurre con
los bonsáis refinados. En general en bonsái
la fertilización debe de adaptarse a las necesidades en cada momento, por
ejemplo para que no se dispare el tamaño de las hojas.
5.- La fertilización está
condicionada a la salud y vigor de la planta.
Hay momentos en que no podemos
abonar, porque el árbol está débil. Pero igualmente debemos de estar atentos
para tratar e incluso prevenir carencias frecuentes como las del hierro. Para
estos detalles viene bien usar la aplicación foliar de los fertilizantes.
Mirto en el Real Jardín Botánico |
Condicionantes a tener en cuenta y errores frecuentes
o
Diferencias
entre abonos
En el mercado tenemos muchos
tipos y marcas, algunas realmente caras y específicas para bonsái que vienen de
Japón y otras comercializadas para uso agrícola o domestico que podemos
adquirirlas a bajo coste.
Muchos entienden que la calidad
del abono ha de estar en el precio; aunque lo fundamental se encuentra en la
forma de utilizar el abono.
Composición: La manera
estándar de definir la composición de un abono o fertilizante es mediante la
proporción de los macronutrientes nitrógeno, fósforo y potasio, esto es N-P-K.
Algunas veces se añade otro elemento como el magnesio (Mg). Por ejemplo N-P-K-Mg, 5-5-5-1 , significa
que el 5% es nitrógeno, el 5% es fósforo, el 5% es potasio y 1% es magnesio.
Frecuentemente aportan cantidades pequeñas de microelementos que no aparecen en
esta formulación, pero que se pueden ver en el detalle de la composición (generalmente
en ppm).
En consecuencia, entre un 5-5-5 y un 10-10-10, la primera
diferencia es la concentración. Pero la proporción es igual. Nuestro interés se encuentra más en la
proporción N-P-K para que sea la más adecuada al cultivo, un valor más elevado
de nitrógeno resulta adecuado para el cultivo de plantas de hoja, mientras que
las leñosas como nuestros árboles requieren menos proporción de este elemento
nutritivo, mejor sería evitar abonos con proporción más alta de N pues harán
hojas enormes y propensas a plagas. Aún más, en otoño, el nitrógeno empieza a
estar demás y deberíamos usar abonos ricos en potasio sobre todo. El fósforo es
un elemento fundamental siempre; pero especialmente para la floración de
nuestros árboles frutales.
o
Calidad
Ha podido entenderse que dos
abonos con la misma proporción son iguales y no es así. En particular la forma en que se presenta un
determinado nutriente puede ser distinta, por ejemplo el nitrógeno mineral puede
estar en forma nítrica o amoniacal. La
diferente forma puede hacer que se absorba inmediatamente (nitratos) o requiera
de un tiempo para degradarse (amoniacal). Otra circunstancia tiene que ver en
su reacción, ácida o básica. En el
mercado hay abonos específicos para azaleas y camelias que acidifican el
substrato.
En general, los abonos químicos
líquidos son de efecto inmediato. Las
plantas pueden absorberlos en cuanto se abona. Esto ocurre con los químicos
sólidos salvo los granulados como de liberación lenta, que tampoco es que no
empiecen a emitir iones fácilmente absorbibles al primer riego pero cuentan con
una cierta estabilidad para ir disolviéndose en varios días. Mientras que los orgánicos teóricamente sueltan los nutrientes de forma
más continuada, aunque esto depende de que fermenten o no.
Los abonos orgánicos en pellets o
bolas pueden sin embargo liberar rápidamente la mayor parte de sus nutrientes
especialmente los más solubles Pero, en
general, no dejan de liberar cantidades significativas de nutrientes tras cada
riego mientras no se deshagan y mientras
fermenten.
En Japón abonos de este tipo
funcionan perfectamente gracias al clima húmedo que favorece la fermentación y
complementan de esta manera la falta de materia orgánica del substrato
necesaria para mantener la flora del suelo que es fundamental para especies que
requieren de micorrizas como pinos, quercus o azaleas.
Por supuesto, abonos económicos
orgánicos pueden presentar problemas por exceso de sales o simplemente por
desperdicios que generen partículas como el polvo que reduzcan la aireación del
substrato e incluso, en algunos casos,
sean hidrófugas y repelan el agua. Esto último lo notaremos por la dificultad de
que el agua penetre en el substrato al regar, lo cual es muy peligroso.
Frecuencia de abonado
Quizá este punto sea el más
importante, al menos es el que más me ha motivado a escribir esta entrada, pues
entendiendo las consecuencias de nuestra manera de fertilizar nuestros bonsáis
podemos conseguir resultados óptimos con distinta combinación de abonos.
El tipo de abono determina su uso. En los foros se dice que hay que abonar con la
frecuencia que determina el fabricante. Esto no es correcto, no es lo mismo el
abonado de una planta de interior que un bonsái, incluso de la misma especie
(p.e, Ficus benjamina). Durante la estación de crecimiento los árboles han de
encontrar a diario nutrientes en el substrato y no sería bueno hacerles pasar por ayunas prolongadas con un atracón
cada 15 días. Como veremos, esto no significa abonar a
diario.
Como antes dije, la fertilización
es el medio de cultivo, fertilizar depende del triángulo
abono-substrato-riego. Y ya que ni el
substrato ni el riego son iguales para las plantas de maceta ornamentales
habituales que para nuestros bonsáis, tengamos en cuenta los condicionantes a
priori que son el substrato y el riego; solamente después tengamos en cuenta el
abono.
En relación con la fertilización,
los substratos los dividiremos en 3 tipos según su capacidad retención de
nutrientes (capacidad de intercambio catiónico o CIC) y poder tampón, a saber
de mayor a menor: Orgánicos, arcillas japonesas y minerales.
Supongamos que vamos a utilizar
abono líquido, que son económicos y fáciles de usar.
En el caso de sustrato
orgánicos podemos abonar con estos
abonos de liberación rápida en las concentraciones que marca el fabricante y una frecuencia algo superior si regamos con frecuencia. Esto
puede ser así en primer lugar por el poder tamponador o estabilizador del suelo,
siendo así que parte de los nutrientes quedaran retenidos en el humus y a pesar
de los riegos no se lavaran siendo liberados posteriormente gracias, en parte, a la actividad de los
microorganismos.
Algunos abonos orgánicos dejan residuos indeseables, las bolsas de té sirven para contenerlo. |
Si cultivamos en pómice o
volcánica, este abono tendrá un efecto breve y nuestra planta pasará del
atracón a la ayuna rápidamente. Las conductividad y posiblemente el pH tendrá
así saltos bruscos tras cada abonado líquido que no serán muy sanos para la
planta. Para usar este abono deberemos
rebajar su concentración o correremos riesgo de quemar las raíces y abonaremos
con bastante frecuencia pues se lavará con facilidad.
Si utilizamos abonos orgánicos de
liberación lenta (los que fermentan). En
cualquier substrato liberarán paulatinamente nutrientes, será como un abonado
suave cada vez que reguemos. Si lo
pensamos bien, este abono recrea las favorables condiciones del humus de un
suelo orgánico y se complementa perfectamente con substratos arcillosos como la akadama o el kiryu que poseen
propiedades de adsorción de los nutrientes. Pero en un clima seco y cálido un
abono que no fermente, no cumple de
igual modo esta función.
Si no se guardan en buenas condiciones los abonos orgánicos pueden fermentar o, como este caso, ser atacado por insectos. |
En resumen
El substrato que utilicemos determina en parte que abono debemos de usar o,
al menos, como abonar. Si nuestro substrato contiene parte de orgánica podemos
confiar en el uso de abonos de liberación rápida como los líquidos con dosis iguales
o algo más bajas que las del fabricante y frecuencias más altas que las
marcadas por éste y que estará en relación a la frecuencia de nuestro riego (
ojo, depende de la especie y el momento).
Si nuestro substrato es pómice o
volcánica, conviene usar abono orgánico
de liberación muy lenta (de fermentación) y, cuando el crecimiento sea mayor,
podríamos usar un abono líquido muy diluido frecuentemente. No deberíamos nunca
usar solamente abono líquido con pinos, quercus o azaleas en este substrato.
Si nuestro substrato es arcilla
japonesa (akadama, kiryu o kanuma) sin
materia orgánica, deberíamos usar siempre algún abono orgánico cuando las
especies tengan micorrizas. Para el resto podemos usar abonos líquidos con
dosis rebajadas y frecuencias altas.
En definitiva esta es la base
para la fertilización, pero lo más importante siempre es nuestra experiencia
pues siempre hay factores que escapan a nuestro control y no son extrapolables
de un aficionado a otro, como es, por ejemplo, la calidad del agua, que
determina mucho el efecto del abono sobre nuestras plantas.