Formas naturales en madera muerta. Un pino salgareño milenario en La Sierra del Pozo (Cazorla, Jaén). |
Un árbol bonito es inmediatamente
identificado por cualquiera, aunque solamente
los entendidos pueden definir en detalle los aspectos estéticos que
determinan la calidad del bonsái.
Siendo así, que aunque la belleza
es un concepto subjetivo, el artista de cualquier época y lugar usa determinadas formas presentes en la naturaleza
como fuente de inspiración. No obstante,
además de reglas estéticas comunes, en las bellas artes también hay códigos
creados por la cultura, que a priori no
se entienden sin una educación.
Hablaré de estos códigos
naturales sin entrar en gran profundidad, poniendo de relieve que incluso los
más comunes, se interpretan según nuestro punto de vista por lo que la "perfección"
carece de verdadero sentido universal,
depende de nuestra posición.
El complejo efecto psicológico
que nos produce la belleza natural parte de una necesidad universal de apreciar
el orden. Probablemente por la seguridad que nos ofrece, porque el orden tiene
predictibilidad y el desorden no.
Pongámonos en el caso del
paisaje. En una clasificación -algo burda- hay distintos estilos que pueden
agruparse en naturalistas y racionalistas;
simplificando, hay diseñadores
que trabajan con líneas rectas o círculos, mientras que otros lo hacen con
curvas sinuosas; esto se traslada en una distribución alineada o no alineada
del arbolado; uno u otro diseño puede
resultar sugestivo para el usuario o no, depende del gusto o cultura del
espectador, en donde entra el aspecto psicológico, una ordenación estricta de
los elementos y simplificadora es racional pero resulta artificial y una
excesivamente compleja, sin aparente orden, es caótica.
La Granja de San Ildefonso (Segovia). Modelo racional |
Parque del Oeste (Madrid). Modelo naturalista. |
Así, algunas personas se sienten
más atraídas por las formas naturales que inspiran el ánimo del aventurero;
mientras que otras se muestran incomodas dentro de este ambiente demasiado
estimulante y prefieren un ambiente más humanizado como las rectilíneas formas del jardín racionalista. Estas dos tendencias además muestran concepciones
distintas del paradigma ambiental, con una trascendencia social grande, puesto
que ambiente y cultura se relacionan en una suerte de retroalimentación propia de sistemas complejos
ambientales-culturales; esto es, hay una continuo condicionamiento y
modificación de la sensibilidad ambiental en las nuevas generaciones. En el que el área verde es más que nada un
símbolo con notable efecto educativo, mientras que la política de
transformación llamada "ordenación del territorio", sería precisamente
el proceso identificado desde la ecólogía como desordenador de los ecosistemas.
Por tanto, aunque todos vemos el
orden en nuestro modelo, lo hacemos desde puntos de vista distintos y a veces
opuestos.
Estos dos polos: el racional y el
natural. Tienen efectos psicológicos importantes, que nos predisponen a valorar
según nuestra experiencia, miedos, anhelos... Ahora bien, el bonsái no es
entendido como un medio, sino como un objeto, algo manejable, por lo que
estamos más predispuestos a ver positivamente signos que rompen con lo
ordinario y nos sorprende, o más aún nos conmueven. Así, las formas retorcidas
y maderas muertas presentes de forma exagerada en estos seres vivos, crean un
dramatismo estético en el bonsái que no nos atemoriza, al contrario, puede
exaltar nuestro sentimiento compasivo, por ejemplo.
En consecuencia, el conflicto no
resuelto en la planificación de la áreas verdes en nuestras ciudades, se encuentra aparentemente resuelto en el
diseño del bonsái. Al menos el bonsáista
tiene fe en que: un bonsái es un compromiso entre lo natural y lo racional.
Formas en las Marismas del Odiel (Huelva). En donde aparentemente hay caos, se intuye que las formas siguen un patrón ordenado, es geometría fractal. |
Formas armoniosas en el desierto del Namib. Se distinguen patrones fractales. |
Ya se estarán preguntado porqué
demoro mencionar el canon natural por excelencia: la proporción áurea.
En toda las artes aparece la
llamada por Luca Pacioli, "Divina Proporción". Esta muy presente en
todo tipo de composición artística desde la antigüedad y la tenemos muy
asumida, precisamente por el hecho de estar
presente en la naturaleza, lo que probablemente hace que nos agrade.
No olvidemos que esta proporción
está relacionada con la sucesión de Fibonacci, que aparecerá en las plantas por una utilidad práctica,
el uso de la sucesión de Fibonacci asegura por ejemplo una mejor distribución
de las hojas en un árbol, para que estas se dispongan de forma eficiente,
alternándose convenientemente y no superponiéndose tapándose unas a otras, como
ocurriría si la relación entre los términos de esta sucesión no fuese un número
irracional, pues todo racional acaba teniendo periodicidad.
Ahora bien, la medida precisa de
esta relación (el número) no tiene significado estético, es la proporción entre
dimensiones. Y esta depende mucho del observador. Piensen que la proporción se
representa en un plano, cuando nuestra experiencia es en tres dimensiones. Así
vemos por doquier círculos, cuando es nuestro cerebro el que interpreta que lo
son. Salvo cuando vemos objetos esféricos, la forma plana se nos aparece
deformada dependiendo del ángulo en que
es observada haciendo que los círculos sean elipses, es una interpretación basada
en nuestra experiencia la que nos hace creer ver círculos.
Esto significa algo muy obvio y
es la importancia de la perspectiva. Pero también que, incluso las reglas
estéticas naturales, requieren de la experiencia del individuo.
Reconocemos una figura circular,
como es la que forma la boca de una copa; sin embargo, lo que vemos al natural es una elipse que es la
generalidad de esta figura plana que únicamente se convierte en circulo cuando
sus ejes son iguales. La forma circular
es una perspectiva entre infinitas, la menos probable de todas en nuestra
experiencia.
Entonces, debemos relativizar la
importancia de estas proporciones en tanto que
nuestro punto de vista cambia. En
todo caso, pensaran ustedes, que hay una perspectiva privilegiada que es lo que
llamamos frente del árbol, ciertamente es aquí en donde el juego estético de
las proporciones resulta más evidente, pero igualmente nuestra visión de este
frente está oblicuo y no olvidemos que el bonsái se disfruta lo veamos como lo
veamos.
También la proporción áurea se
encuentra dentro de las tres dimensiones espaciales formando espirales, por
ejemplo. En este sentido, la distribución de las ramas de nuestro árbol de estilo
moyogi o chokan suele aparecer más
bonita si forma una espiral áurea.
En conclusión, seguir cierta proporción que responda al
canon áureo es un buen camino para que
nuestros árboles parezcan bellos, pero tampoco vale la pena tomarlo con
precisión pues nuestro punto de
vista deforma esta composición.
La figura
geométrica plana con más proporciones aúreas es el pentágono regular, por
tanto, pueden explicarse de una formar sencilla como formar bonsáis con formas
aúreas a partir de este pentágono.
El lado del pentágono está en proporción áurea con los lados del triángulo isósceles . Sin embargo, una forma triangular así de simétrica, no es natural. |
En el
pentágono tenemos un total de 10 puntos, 5 vértices y 5 medios lados que nos
sirven para formar muchos triángulos (la mayoría semejantes, pero girados).
Todos ellos tienen proporciones áureas.
Sería muy
aburrido formar todos los árboles así, aunque podemos ampliar las posibilidades
deformando nuestro pentágono de forma natural. Como una nueva perspectiva, deformando mediante un giro en el espacio el
pentágono formaremos figuras que en el plano no guardan las proporciones áureas
pero que en nuestro sentidos están relacionadas con ellas. Estamos pues
hablando de formas triangulares. Recordemos que la norma japonesa nos obliga a
formar bonsáis con un triángulo bien definido formado por la base, la rama
principal -echi no eda- y el ápice.
Triángulo áureo y pentágono en un moyogi. |
Un caso
particular para formar literatis o bunjin, es girar el pentágono respecto al
eje vertical. Esta deformación afecta al ancho, alargando visualmente la
figura.
Cuando
hablamos del espacio (tres dimensiones) la forma que aparece mayormente en la
naturaleza es la espiral logarítmica que se forma a partir del rectángulo áureo
reiterado
Por último,
una forma convencional de que nuestro árbol este ordenado y bien proporcionado
es aplicando los números de la serie de fibonacci en la disposición de las
ramas. Esto vale igualmente para la disposición en el eje vertical como en la
disposición radial.
Algunos ejemplos usando espiral áurea.
Loli (de
Lolibonsai) lo explica de la siguiente forma:
1 1 2 3
5 8 13
21 34 55 89 ...
Si queremos conseguir un bonsái
proporcionado y armonioso podemos seguir esta secuencia.
Primero elegiremos el número que
corresponda con la altura que le queremos dar a nuestro bonsái, por ejemplo 55,
nos vamos a la sucesión y cogemos los dos anteriores, en este caso 21 y 34, el
21 corresponde con la altura donde convendría tener la primera rama, nos quedan
34 cms.
Repetimos el proceso con el 34 y ahora los
dos anteriores son 13 y 21, es decir la segunda rama la tendremos a 13 cms de
la primera, es decir desde el nebari a 34 cms (21+13), nos quedan 21 cms.
Los dos términos anteriores al 21 son 8 y
13, la tercera rama estará a 8 cms de la segunda, desde el nebari hace un
total de 42 cm
(21+13+8).
Repitiendo el proceso de esta manera
se llega hasta la altura deseada.
En realidad
aplicamos la proporción
h/d=Φ, sea h la altura y d la posición de la primera
rama.
Repetimos el
proceso con el trozo que nos queda hasta el ápice, para colocar la siguiente rama.
En el caso
de la distribución radial seguimos la espiral áurea, presente en la disposición
natural de ramas, hojas y demás elementos vegetales. Sería un ángulo entre rama
y siguiente de 360º/ Φ = 222.5º ó 137.5º de distancia angular. No olvidando la
necesaria conicidad del movimiento del tronco siguiendo la misma espiral.
En realidad,
dado que las ramas no las podemos mover, si acaso colocar mediante injertos y
aún así, no nos compliquemos demasiado, ya dije que la perfección es la enemiga
de la naturalidad, hagamos que nuestros árboles tengan personalidad. Por ello
lo mejor es pensar simplemente en
colocar nuestra primera rama a 1/3 de la base y la segunda a una distancia 1/3 entre
ápice y primera rama, y así sucesivamente.
Luego
posicionar las ramas consecutivas en el
espacio a un ángulo cercano a 138º, con
lo que es fácil evitar el sombreo de las
ramas superiores a las inferiores; en todo caso evitar ángulos cercanos a 180º ó 90º, que haría que la composición se vuelva
artificial y rígida.
Esto es
todo, disculpas si he resultado denso con mis explicaciones. No he podido
explicarme de forma más simple, como lo hubiera hecho un artista, pues el salto
que diferencia al gran artista es mostrar orden en la complejidad, hasta el
punto de parecer simple. ¿No creen?