En un foro me encontré un debate acerca de la verdad
sobre el volumen de los sacos comerciales de akadama. Ni que decir tiene, que
todo giraba alrededor de la constancia de que el volumen era notablemente
inferior al marcado en el saco y que parecía haber un supuesto fraude al venderse aire como akadama.
Sirva esta anécdota como
introducción para hablar del aire en nuestro substrato: la porosidad.
En realidad el tema del saco de
akadama es el del volumen aparente de un material granulado. Todo el mundo sabe que si en una obra pública
se van a extraer 10 m3 de tierra, y tenemos un
camión con una cuba de 10 m3
de capacidad para retirar el material, necesitaremos dar no uno, sino dos
viajes, pues al extraer la tierra aumenta su volumen.
Igualmente sabemos que el arado
mejora las propiedades del suelo agrícola al airearlo, aumentando también el volumen aparente del substrato.
Otros ejemplos más espectaculares
son el de la fibra de coco y la turba rubia que se comercializan en balas
compactadas hasta 1/6 de su volumen
final. Un incremento de volumen
que erróneamente se atribuye
únicamente a la absorción de agua, pues el aire es la sustancia que más volumen
ocupa en estos materiales lo que los hace tan livianos.
Para un material rígido como la
akadama, las diferencias son reducidas, pero existen. Y por eso palilleamos este material, para
reducir los grandes huecos de aire que quedan
en un apilamiento sin presión.
Dejemos de lado el asunto del
volumen aparente y centrémonos en lo
realmente importante: la porosidad.
La porosidad de un material es el
volumen de espacios abiertos que contiene relativo a su volumen total. Los
sustratos de calidad son muy porosos, tienen una gran capacidad para retener
agua pero mantienen una buena aireación gracias a una combinación de poros
grandes y pequeños.
Conocer la porosidad y las
consecuencias que esta tendrá para las plantas es algo más complejo de lo que
parece.
En primer lugar, solamente si el
substrato está completamente desecado, obviamente, los poros contienen
aire. Además, en un material granulado
como la akadama, tenemos una porosidad intrínseca
al material (dentro de cada grano) y otra que serian los huecos entre estos
granos. Para algunos materiales, como los áridos usados en construcción, para
el cálculo de la porosidad solo se tiene en cuenta la segunda.
La cuestión es tan compleja que
para un tratamiento teórico suponiendo esferas perfectas e iguales falta aún la
demostración matemática para un apilado perfecto (conjetura de Kepler). Pero
empíricamente se conoce que la porosidad media en un apilamiento desordenado en
estas condiciones perfectas es del 64%, o sea, un 36% de huecos.
Lo primero que puede llamar la
atención es que este modelo no depende del tamaño de la partícula.
Parece resultar contrario a
nuestra experiencia el creer que la proporción akadama/hueco es la misma con
akadama de 1mm y akadama de 3
mm .
Pero dejemos esto de lado pues
los importante no es tanto la porosidad sino el funcionamiento hidráulico de un
substrato drenado, que depende de la capilaridad. Es decir, el tamaño de los
huecos gruesos y de los capilares del suelo.
En una primera aproximación, el
agua escurre cuando no es retenida por los capilares del suelo. Esto se debe a
la tensión superficial y también a las
fuerzas de adhesión o adsorción de las moléculas de agua sobre sustancias higroscópicas.
En cuanto a los poros, los podemos dividir en:
Macroporos, tienen un diámetro
> 10 micras
El agua es arrastrada por la
fuerza de la gravedad, pero no de igual forma.
La de los poros más gruesos
escurre rápidamente, mientras que las que circulan por poros menores a 50
micras lo hacen tan lentamente que para nuestros bonsáis es retenida y perfectamente absorbible por las
planta.
Microporos, tienen un diámetro
<10 micras
El agua queda retenida en contra
de la gravedad en los capilares, pudiendo ser absorbida por las raíces de las
plantas hasta cierto límite, pues la
fuerza de retención (adhesión) en
los capilares con diámetro igual
o menor que 0.2 micras impide que puede ser aprovechada por las plantas.
Me gustaría recordar que el agua retenida por estos
capilares también se verá
igualmente succionada por la atmósfera,
dependiendo de la humedad ambiental y del viento.
Conclusiones
prácticas.
Empíricamente el compañero Jaby en FOROSUR ha calculado la
porosidad de la akadama comercial (granos 3-6 mm ) como del 34% y su
capacidad de retención de agua del 23,3 %.
De ésta una parte es la granular que es variable en función
de que estén o no asentados los granos y sus tamaños. La más importante para
nosotros es la porosidad intrínseca de la akadama, los poros dentro de los
granos que son los que retienen la mayor parte del agua.
Ahora viene lo importante. Esta porosidad se reduce cuando el
grano se reduce, puesto que para un mismo volumen de akadama, la superficie de
contacto con el aire (espacio entre granos)
aumenta y se reducen los poros interiores. Así un substrato formado con grano de 1 mm se comporta casi como
arena.
No obstante solo hace falta una pequeña aportación de turba
o fibra de coco, para que aumente notablemente
la capacidad de retención de esta akadama fina y podamos darle buena utilidad
para pequeñas macetas como plantas de
acento.
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