Jardines en el Pabellón Dorado de Kyoto |
De niño comencé a recoger semillas de la Sierra porque disfrutaba viendo nacer árboles que luego podía devolver al monte. Podría decir que llevo toda la vida haciendo esto, hasta convertirlo en mi profesión. Hasta que un día me encontré con la sugestiva idea de mantener en casa auténticos árboles.
Poco a poco, sin apenas
transición, comencé a pensar en mantener algunos arbolitos en casa para
hacerlos bonsáis.
Pero pasaron los años sin más conocimiento que un libro que nunca aclaró mis dudas, sin nadie que me guiara. En un pequeño piso no disponía de más espacio que el alfeizar de una ventana en una patio, con largas estancias lejos de casa, podía dar gracias que en mi ausencia no murieran de sed. Simplemente yo estaba en otras cosas y no conocía a nadie que me pudiera orientar.
Pero pasaron los años sin más conocimiento que un libro que nunca aclaró mis dudas, sin nadie que me guiara. En un pequeño piso no disponía de más espacio que el alfeizar de una ventana en una patio, con largas estancias lejos de casa, podía dar gracias que en mi ausencia no murieran de sed. Simplemente yo estaba en otras cosas y no conocía a nadie que me pudiera orientar.
Psudocydonia sinensis en otoño. Museo del Bonsái de Alcobendas |
Sin embargo, enanizados pero no
bonsáis, sobrevivieron la mayoría hasta el reciente momento en el que me puse verdaderamente a
aprender. Paradójicamente, será en esta
transición cuando perdí algunos de mis
árboles más queridos como mis dos pinos
salgareños obtenidos de semilla más de veinte años antes. Estos y otros árboles sufrieron de pudrición
radicular, algo que no debería pasar con los sustratos modernos como la
akadama, el kyriu o el pomice. Pero entonces solo contaba con turba y arena, y
el alargar el trasplante acabó deteriorando tanto el substrato que mató a mis
pinos.
Desde hace unos tres años, con
mis amigos de la Asociación de Bonsái de Huelva, empiezo un nuevo caminar que
quiero compartir con todo el mundo y especialmente con los que disfruten
de los árboles aunque no sean bonsáis. Les animo a hacerlo totalmente suyo, denle vida a una semilla
o esqueje, vaya conociendo su árbol; y luego, fórmelo como bonsái.
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